domingo, 4 de noviembre de 2012

Llegada a Munich

Menudo madrugón, a las 5 de la mañana en pie. Y tampoco he dormido mucho que digamos, porque llevo un fin de semana de excesos que al final mi estómago se ha resentido, a parte de que hacía tiempo que no dormía en casa de mis padres y los ruidos de mi hermana llegando y mi padre madrugando me han desvelado bastante.
Encima lloviendo a mares, día gris donde los haya. He tenido suerte - que ya era hora - porque la chica de facturación me ha pedido facturar también la maleta de mano, ya que tienen una restricción de 8 kg de equipaje de mano y yo llevaba 12... asi que mejor, 36 kg de facturación, un exceso de 13 kg que nadie me ha cobrado, qué espléndidos estos alemanes!
El vuelo ha sido corto, tenía a mi lado a una pobre mujer a la que le ha dado un ataque de pánico en cuanto hemos despegado y han empezado las turbulencias. Qué angustia! No le ha dado un infarto de milagro, menos mal que la azafata ha conseguido calmarla... Lo mejor de todo es que cuando hemos aterrizado le ha contado a la azafata que hacía escala en Munich pero que realmente iba a Canadá. Así que al salir las azafatas le han hecho un "Ra Ra Ra, a Canadá llegarás".
Mi compañero Pablo me ha recogido en el aeropuerto y me ha traido a la casita, que es bastante mona, está en un barrio muy residencial lleno de casitas blancas de tres pisos... y un macrogimnasio amarillo y azul horterísima. Vivo en el tercer piso - ático y en todas partes, en el telefonillo, en el buzón y en la puerta de casa ponía en grande "Pilar".
Hacía un día increible, mejor día que en Madrid, hasta me he puesto un abrigo más ligero y me ha sobrado ropa. Hemos pateado todo el centro, tomado un par de jarras de cerveza HB y una pasta de queso típica de Baviera que se llama Obatzda, con un Pretzel. El Englische Garten, uno de los pulmones verdes de la ciudad, estaba increible con los colores del otoño y con los surferos en la vertiente del río Isartor. Me he arrepentido mucho de no haber podido traerme finalmente la cámara de fotos buena, pero en mi próxima visita a Madrid, no faltará.
Y esta tarde la he dedicado a echar una siestecita, deshacer la maleta y la compra que me ha traido Pablo, y darme cuenta de los pequeños fallos de la casa: la calefacción del salón no funciona bien, solo hay un juego de sábanas (además, bastante rararararasss), no hay unas tristes tijeras (?) y, lo peor de todo... no hay tostadora! o me acostumbro a desayunar otra cosa (salchichas?) o me compro una. ¿Habrá mafias chinas por aquí donde comprar cosicas?

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