jueves, 21 de marzo de 2013

Openminded


He intentado absorver todo lo bueno que hay en Munich durante este tiempo, y sacar ventajas de las cosas malas. Que el super está a tomar por saco de casa... pues me cogia la bicicleta. Que se ponia a nevar.... pues me compraba ropa de esqui e intentaba aprender. Que aqui no hay tanta variedad de sitios para tomar una cerveza como en Madrid.... pues iba al mismo. Que no tengo aqui a mis amigos y familia... pues me apuntaba a los planes que salian hasta hacer mi pequeño grupejo de portugueses, austriacos, alemanes y españoles. Lo que viene siendo, adaptarse y tratar de no pensar que lo tuyo es lo mejor (aunque dada la actual situación de mi pais, tampoco creo que ahora mismo haya muchos que lo piensen).
Pero con lo que no puedo es con la prepotencia alemana. Por ejemplo, los italianos. Tienen más cara que espalda, pero porque irradian seguridad en si mismos, lo que viene a decir que no tienen ni un solo complejo. Y ello a pesar de que no siempre sea verdad aquello de lo que presumen (ejemplo, jamón de Parma, en fins, que donde esté el ibérico de bellota, objetivamente....) pero se lo creen y lo venden! Y ello sin hacerse sentir inferior a los demás, sin menospreciar otras culturas pero integrándose en ellas - Sabe alguien de un pais en el mundo que no tenga un restaurante italiano, eh? -. Al final nos caen bien y nos parecen hasta graciosos (aunque se llevan con esa picaresca a las mujeres, creando la envidia de los españoles, ya lo sé) . Pero los germanuncios paletoncios, que de esos hay en todas partes, nada. Y hablo de gente que ve las noticias y que supuestamente viajan, no de gente que no ha tenido oportunidad de ver más allá de sus narices. Estos están convencidos de ser los AMOS, de que lo que le ha pasado a Chipre "bien merecido se lo tienen", que ningún otro pais en Europa merece su respeto porque todos les estamos robando echándonos la siesta debajo de una palmera, y que España es una república bananera.
Vale, eso es "generalizar". Y a ese punto voy. Aqui tengo compañeros la mar de majos, a quienes les encanta oirme hablar castellano y me han pedido enseñarles palabras y frases de lo más variopinto, que me preguntan con interés cómo se hacen las cosas allá y que si nosotros también hacemos esto o aquello, que se aprenden los nombres de la comida y hasta saben quién es Paco de Lucía. Que intentan sacar lo poquito que saben de español y que cada mañana me dicen "hola caracola" o "hasta luego manchego" todo orgullosos.
Pero el que es alemanoncio de pura cepa.... tela. Unos no te hablan (no mereces ni que te miren, y eso que ellos no te hablan, entre otras cosas, porque ni inglés saben hablar, asi que no sé a qué viene tanta superioridad, que al menos hablo dos idiomas y tu no, shattaaaa); otros te hablan demasiado ("Pilar, en tu pais las leyes son del año del caldo, no? tuvisteis un dictador llamado Franco que las aprobó todas, verdad? Y claro, no hay dinero para cambiarlas" y, la mejor: "España es un pais corrupto, no?") y otros lo unico que hacen es gesticular y reirse como si de un patio de colegio se tratara mientras cuentas que los abogados de tu pais suelen llevar traje y corbata por respeto a los tribunales y clientes.
De estos tres tipos también tengo en mi oficina. Afortunadamente no voy a caer en la generalización y me voy a quedar con que también existen los primeros, los que saben estar, los que quieren aprender, los que saben que no viven en un país sino en un continente y un globo terraqueo, donde hay más gente que ellos y de cuyas economias, como se ha podido comprobar esta semana, también depende la supuestamente todopoderosa Ángela Merkel. Y de ellos aprendo para cuando vuelva y piense "ya me ha vuelto a contestar una panchita la reclamación que he puesto" o "a este morito se la cuelo y le compro la pulserita más baratita".