jueves, 20 de diciembre de 2012

Compañeros



Marcus
Estos últimos días, han sido complicadillos en el trabajo y con fines de semana completos de nueva gente y conocidos. Ya empiezan a entrar los nuevos proyectos del 2013 y parece que ahora me darán más independencia, pues los dos primeros meses ha habido algo de manga ancha, pero ahora empieza mi andanza laboral sola. Es cierto que no he dado mucho bombo a mi trabajo aquí por no aburrir al personal, pero sí que he hablado poco de mis compañeros, que son al fin y al cabo con quienes paso tantas horas de mi exilio. He de decir que he encontrado de todo, aunque siempre es mejor empezar por lo bueno: por ejemplo, mis dos compañeros de despacho. Rompen las expectativas de alemán silencioso y aburrido, no la de trabajador. Me advertían de que me iba a aburrir como una ostra aquí y que el silencio era sepulcral. Bien. Yo solo sé que Marcus no hace más que hacerme coñas marineras con que es mi latin lover y que le encantan las mujeres latinas (claro, está casado con una brasileira), no pierde ocasión de hacerme la broma de que me está tirando los trastos o soltarme alguna frase pícara en castellano o imitarme pronunciando con acento español palabros alemanes. A raíz de un proyecto que llevé con Siemens hace unas semanas con mi otro compañero, ha decidido llamarnos Mr. and Mss. Siemens. Anteayer apagué la luz del despacho en vez de encenderla (recordemos, ni papa de alemán) y se levantó y empezó a cantar a lo Barry White y a bailar en plan striptease. La última moda es que, al oir la típica musiquilla de espera en el teléfono de Mozart o cualquier otro clásico pone el speaker, se levanta y me tiende la mano para empezar a bailar un minué. Es además chiquitillo y delgado, lo que no se comprende porque no para de bajar a la panadería que tenemos en el sótano del edificio a comer cualquier guarrindongada de las que tienen allí (toooodo light, claro).

Tobias es nuevo aquí desde julio; me consta que la marcha de su compañero a mi puesto en Madrid le ha hecho sentirse un poco perdido, porque era como su “Padrino” laboral. Sin embargo, a mi no me ha echado en cara nada, al contrario: todos los días me cuenta alguna historieta de Múnich o me señala en estas magníficas vistas que tenemos algún punto de la ciudad y me cuenta un poco qué es o me cuenta alguna costumbre o me pregunta cómo se dice tal o cual en mi idioma. Le encanta España (creo que eso aquí no es ninguna particularidad, todos están enamorados de España) y quiere aprender este año la lengua de Cervantes, pero por el momento solamente sabe decir “me gusta el orujo y el carajillo acompañados de chopitos y pimientos del padrón”. Mientras trabajamos, de vez en cuando levanta la cabeza como si acabara de recordar algo y me suelta algún otro alimento o bebida o una frase de Bob Esponja (algo que les divierte a los dos que se haya traducido al Castellano, y ya no dicen más “Sponge Bob”).
Luego está Christine, mi “madrina”. Tía inteligente y trabajadora donde las haya, estoy aprendiendo con ella lo indecible. Y no solo de las diferencias entre el derecho español y el alemán y de cómo funcionan las cosas aquí, sino de su particular perspicacia a la hora de encontrar problemas y soluciones; desde el primer momento me ha ido guiando también en cómo llevar a mi jefe y que le consultara si tenía algún problema, me ha dado consejos muuuy valiosos. Tenemos la misma edad, y ella está deseando salir de farra conmigo pero tiene un niño pequeño y se lamenta de no poder hacerlo… claro, es que estuvo estudiando en Salamanca, ciudad juerguista donde las haya, y cuando ve a un español está deseando revivir sus años de juventud en tierras castellanas. Me ha pedido que en enero le reserve un finde y que le coloca el niño a su marido, la muy cachonda.

Gerburg Maria de todos los Santos

Y la mejor para mí, mi querida Gerburg. Es austriaca y completamente distinta de todos, muy irónica y con mucho sentido del humor. Desde el minuto uno nos caímos bien, no se calla nada de lo que piensa y es muy rebeldona, por eso no cae bien a todo el mundo. El caso es que ha vivido dos años en Chile así que siempre hablamos castellano, aunque es muy gracioso oírle hablar con expresiones chilenas en vez de las españolas a la par del acento alemán. Con ella salgo todos los fines de semana a hacer algo, habitualmente a clase de yoga y comida en un restaurante indio con su buena amiga Kaila, que es de Bombay. Kaila, a su vez, está saliendo con un chico del mismo pueblo de Cuenca donde estaba el campamento al que yo iba de pequeña, campamento al que también él iba. El mundo es un pañuelo lleno de mocos! Gerburg me dijo que ante la imposibilidad de pronunciar su nombre, la llamara María. Yo he decidido que como cada uno se llama como le puso su madre (bueno, en el mío, mi padre) nada de cambiarle el nombre, así que creo que después de dos meses aún no he conseguido pronunciar su nombre ni una sola vez bien, espero hacerlo dentro de cuatro meses!
En el extremo opuesto siempre hay alguien, como la “ser” que está en mi departamento pero que jamás se ha dirigido a mí. Me consta que habla inglés porque las reuniones de equipo son en ese idioma en deferencia a mi, pero fuera de esas reuniones, solamente habla en alemán y se dirige a cualquier persona que no sea yo, siempre con el mayor desprecio. Tardé en darme cuenta pero al final lo hice, y empecé a observar cómo era la única que no cambiaba de idioma ante mi presencia, la única que al cruzármela por el pasillo no me saluda ni me miraba, la única que me obviaba… por lo que parece hace lo mismo con todos los extranjeros. Tengo que indagar entre su árbol geneaológico porque el apellido Hitler y Nietzsche están ahí escondidos fijo y no estoy muy lejos de Dachau!
Mañana me voy a casa a pasar unos días, y tal vez desde allí me vaya dando cuenta de otras cosas que merezca la pena contar. Hasta el año que viene!


jueves, 13 de diciembre de 2012

Augustiner-am-platz


Regalo de mis compis para que no se me olvide lo importante
Cena navideña superada. La idea era reunirnos todos con nuestro director a eso de las 14.30, discurso sobre cómo ha ido el 2012, agradecimientos, entrega de regalos, visita a un Christmas Market y cena en el centro.  Pero la nevada que cayó ese mismo día cambió un poco los planes. En mi departamento no solamente están los abogados de Munich, hay una parte importante que se encuentra ubicada en Hamburgo, la otra ciudad más rica de Alemania (osea que estamos en una empresa “pija”). Así que es complicado saber quién lleva qué, a mis compañeros de Hamburgo les he visto en las reuniones semanales por video conferencia pero realmente no sé quién es quién ni a qué se dedican. Acordarse de los nombres alemanes es complejo.
Idealo
El caso es que vinieron los hamburgueses y tuvimos la reunión con el jefe, que habló todo el rato en inglés en deferencia al Checo, también recién llegado, y a mí. Después vino la parte divertida: cada uno teníamos que traer un regalo envuelto, a modo de amigo invisible, que consistiera en algo feo y totalmente inútil. La gente me había recomendado buscar en casa algo horterilla y que me sobrara, pero mi casero no tiene muchas cosas en casa (vamos, tengo los muebles justos, tuve que pedirle una mesilla de noche para poder apoyar la lámpara de pinza que me había dejado tan generosamente) y cómo eché de menos un bazar chino para comprar cualquier chorrada como un gato-ruizmateos o una lámpara-culo. Al final me conformé con regalar un bote de pimentón de la vera con un cuchillo para comer, ya que por algún motivo desconocido, mi compañero español que volvió a Madrid, me dio cosas que le sobraban de su casa, entre ellas cinco botes de pimentón de la vera. Algún día le preguntaré. Por el momento ya me he desecho de uno.
Algunos regalos fueron un bono para ponerse botox, un cojín con mangas para meter las manos y calentarlas, tres radiocasettes de un tío que parecía Georgie Dahn pero con dos añitos más de rayos UVA, una loción de coco…  A mi me tocó un DVD de una peli de Keanu Reeves del año 2000, “The Watcher”, que ni sabía que existía, y un reloj de mesa roto. Lo peor fue que tras el discurso del jefe nadie más se acordó del inglés como idioma para comunicarse…
Augustiner-am-plaz de cena navideña
Luego los más locos se fueron al mercadillo de Sendlinger Tor, yo como ya estoy JARTA de mercadillos y mis compañeros más cercanos no iban, me quedé trabajando en la oficina hasta las 6 y cuarto, que me fui con Tobias (o Tobaias como le llama mi jefe para demostrar lo bien que pronuncia el inglés) al Augustiner-am-platz. Pero poca juerga porque sólo se acordó de hablarme en inglés la secre del director, que es turca pero ha vivido 18 años en California, y el Checo, que tiene un sentido del humor…mmm… escaso. Me comí el plato recomendado de la casa, un cacho cerdo frito, un cacho pato frito, chucrut morado y la noodlekartoffel, que es pasta echa con patata y a modo de bola, sirve para mojar la salsa educadamente pero por si misma no sabe a nada. La comida bávara es demasiado densa, mucho cerdo, mucha salsa, mucha patata y mucha cerveza.  Aquí mantener la línea es todo un reto y no creo que lo consiga.

martes, 11 de diciembre de 2012

Cosas comunes

Aunque voy cogiendo algunas cosillas, otras me cuesta un poco. Aquí, como en todas partes, los abogados somos un poco "odiados", somos los malos de la película, los que decimos "no, eso no te lo lleves a la boca que te puedes atragantar, caca" con la consiguiente palmadita en la mano. Sin embargo no puedo ni imaginar lo que sería sacarse la carrera de derecho aquí porque es el país donde más reglas existen, y ya sabemos que "el desconocimiento del derecho no exime de su cumplimiento". Tener un buen abogado de confianza es un seguro de vida, aquí no se andan con chiquitas y te demandan a la primera de cambio, cuando en España muchas veces ni se plantea y otras se queda en una mera amenaza. Si hasta te hacen firmar una servilleta para cualquier pequeño préstamo... lo cual choca con su política de mutua confianza entre alemanes que parecía que era la clave del estrellato.


Ejemplo: existe una norma que impide a los niños tirarse bolas de nieve en el recreo. Bien jurídico protegido: Porque puede ser que pase una camioneta por la calle, el niño no tenga puntería alguna, le de al señor conductor en el parabrisas, ups sin querer, éste arranque en ese momento y zasca, atropelle a la viejita que pasaba por el semáforo con su carro de la compra. Lógico, no? No sé cómo en otros paises no se nos ha ocurrido... ah, porque no nieva tan a menudo! Y porque sabemos que los niños deben crecer jugando y sin que podamos pretender que los padres estén encima a todas horas o, en su defecto, la profe. En fin, son innumerables las normas cívicas a seguir que pueden acabar con tus huesos en la cárcel o incluso arruinarte pagando alguna desemesurada multa, mismamente no reciclar o tirar al contenedor de plásticos un recipiente de yogur que no ha sido lavado previamente.
A mi con lo que me gusta el trile, estoy encantada, qué de normas a saltarse! qué de agujericos con laguna legal a encontrar! Lástima no tener mi coche aquí para poder superarme. Ahora que soy tan peligrosa que voy con la bici sin una luz de dínamo, jugándome una multa de unos 90 euros pero, qué es la vida sin riesgo? A veces incluso me salgo del carril bici o dejo la bolsa de la basura de plásticos delante de la orgánica porque aún no sé donde coj.... está el contenedor amarillo en mi barrio.
El otro día fui a mi primera clase de Zumba Fitness con Sigi. Resultó que Sigi no era un chica, bueno si... bueno no, en fin, que en su DNI no es una chica, quiero decir. Nos pegó una buena paliza de lo que "ella" pensaba que era una mezcla de fitness y salsa, incluyendo pases toreros (cómo gusta aquí el "oleeee" y el "tourero") y brincos más propios de la canción "salta" que de cualquier baile latino con historia. La verdad es que con eso de que se basa en un sistema de absoluta confianza de unos en otros, qué fácil es para un trilero colarse, porque Sigi ni me preguntó quién era yo ni con qué derecho acudía a su clase. Lo que pasa es que los trileros a veces tenemos nuestra moral, así que al final le pagué.


El viernes mi amiga Gerburg (mi compañera austriaca que habla español y es una persona genial) me llevó a clase de Yoga y con sus amigos a cenar a un indio, y después tomamos una copita. Ella lleva cinco años en Munich y puede contarme todo tipo de anécdotas o usos. Me contó que en Alemania la gente sale si, pero jamás un tío le entraría a una chica ni le diría algo a un par de chicas tomando una cerveza en la barra de un bar, vamos que ni las miran. Así que no saben lo que es un plasta o un piropo o que te lancen los trastos descaradamente mientras estás de charleta, y por lo que parece las alemanas tienen la autoestima por los suelos porque les da igual ponerse un escotazo que llevar una media en cada oreja, el resultado es el mismo. Entiendo ahora el "look" de la Merkel. En fin, aquí la peluquería no la amortizan por lo que veo... y mira qué es cara! Con su extrema practicidad, no hay peluquería en que no tengan un amplio catálogo de precios, dado que el corte, teñido, mechas... etc tiene distinto precio según el largo de tu cabello (muy corto, corto, mediano y largo). Y si hay dudas, cogen una regla. 

Es curioso ver cómo los austríacos, hablando el mismo idioma y perteneciendo a una cultura y zona geográfica tan cercana, son completamente diferentes. Son los alemanes "latinos" que digo yo. Son gente directa que se llevan bien con sus vecinos pero que jamás aceptarán esa tendencia alemana a sentirse algo superiores.  Por el momento no me he podido relacionar con alemanes por el problema del idioma, así que mi círculo internacional se reduce a Gerburg y a Uli, que es una amiga que habla castellano (claro, para eso sale con un chico de Eibar!)

Los bávaros son bastante pijos. Hasta el punto de que no tienen ni un sólo Primark o Decathlon, algo que en el resto de Alemania sí tienen exceptuando Munich y Hamburgo (la otra gran ciudad "jet set"). Menos mal que tengo un Lidl al lado de casa... Pero claro, tampoco hay chinos (en el sentido de "local chino") en los que puedas encontrar cosas tan útiles como papel de envolver a 0,50 euros. Sin embargo salir a comer no es más caro que Madrid, el precio es muy parecido.

Y respecto a los españoles, bueno, veo muchos jóvenes en busca de su primera oportunidad visto cómo están las cosas en España, que luego se encuentran de bruces con la cruda realidad que es que, aqui ni te miran si no hablas un buen alemán, nada de nivel medio o bajo. A eso se le añade el problema que tenemos los extranjeros en encontrar un piso en una ciudad donde sobra la demanda y falta oferta, donde los propietarios pueden elegir entre cientos de inquilinos solventes y pueden tener el piso arrendado al mes de ponerlo en la inmobiliaria, a precios exorbitantes. Yo soy la más "pija" porque la empresa me ha puesto un piso para mi sóla en una buena zona, lo cual es un auténtico lujo.

Qué ganas tengo ya de ir a casa por Navidad ahora que me han desconvocado la huelga de Iberia!!!



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Mercadillos Navideños

Este fin de semana sí que me he dedicado a patearme Munich, a pesar de que lleva nevando intermitentemente una semana... uf, qué bonita la nieve pero qué prontito cansaaaaa!
 
 El viernes fui a una cena en un restaurante bastante chulo, pero claro, no era bávaro sino lisboeta. Así que me tiré en plancha hacia el Bacalau grelado, tanto cerdo tanto cerdo no puede ser bueno (y no me refiero a los hombres sino al bicho, que si en España nos gustan hasta sus andares, aqui hasta el horóscopo!). Me supo a gloria a pesar de ser congelado y salirme por un ojo de la cara. A la hora de pagar hay una costumbre que en España sería impensable pero que aqui es bastante práctica, aunque al parecer deriva de la pequeña fama de racanillos que tienen los bávaros, un poco a lo catalán: no se divide nunca una cuenta a tocateja, sino que cada uno le dice al camarero lo que ha consumido, el camarero lo tacha de la lista y así hasta que alguien más decida pagar. Ni siquiera es necesario hacerlo al mismo tiempo. Eso sí, aquí la propina no se da, se "dice". Es decir, si tu importe son 10,50 euros, por ejemplo, tienes que decírle "cóbrame 12 euros". Como los taxistas "quédese con las vueltas". Ahora entiendo algunas miradas de asco de ciertas camareras cuando he ido a pagar, claro pensando "menuda roñosa".

El sábado recorrí Munich de la mano de Anna, una alemana que trabaja en Ingolstadt, a una hora de Munich, en Audi. Estuvimos recorriendo el centro que estaba absolutamente petado de gente por los numerosísimos mercadillos de navidad que recorren de cabo a rabo la ciudad. Los mercadillos de Navidad, generan adicción entre los alemanes, se lanzan a la calle como si no hubiera un mañana, y, aunque son bonitos (para fanes de la Navidad, como Carmen o Ana) ... visto uno, vistos todos. Es decir, los alemanes son cucos, todo lo ponen cuco y parece que se pasan el día construyendo casitas de madera hasta el último detalle. Pero para alguien acostumbrada a mercadillos con el "bragas a 1 euro, señoraaaaa", pues le falta mercancía. Los puestos son cíclicos: comida - gorros - glühwein - guantes -  comida - juguetes - glühwein - adornos navideños - comida - glühwein. No hay mucha más variedad, la gente compra cientos de gorros navideños y adornos y no hay quien no se caliente las manos con el potajillo ese de vino con especias muuuuuy caliente (calientan el vino y también la taza, previamente).

También comimos en un restaurante bávaro (por fin) y conocí las tiendas de especias del cocinero Shuhbeck (el Arguiñano Alemán), que tiene una placita en el centro con numerosas tiendas. Si, porque toda la manzana es suya, tiene una escuela de cocina, una chocolatería, una pastelería  una especiería, un restaurante... todo suyo y, la verdad, apetecible! Y visto lo petado que estaba todo, debió forrarse. Conocí también la "Milla de Oro" de Munich (guau, qué de dinero manejan, madre mía) e intentamos tomar un café en la terraza de un hotel de lujo con vistas increibles sobre Munich pero que no estaba muy acondicionada al frío como si con una mera estufilla de mierda pudieras eliminar los menos un grados que teníamos....

El domingo, intercambio de idiomas y dos mercadillos de Navidad más. Es pasión lo que sienten. Porque mañana voy a otro y me han propuesto otros tres más, yo que no soy muy navideña salvo por las tradiciones (las cervezas de nochebuena, las peleas de la abuela con mi madre, los ojos hinchados de mis sobrinos al levantarse el día de reyes) estoy un poco jarta de papás noeles y renos cantarines dando vueltas en sus cajitas de madera. Hay una tradición que consiste en tener unas velas de adviento, básicamente un centro de mesa de muérdago que en cada esquina tiene una vela, cada una de las cuales se irá encendiendo los cuatro domingos anteriores a Navidad, hasta tener las cuatro encendidas. La otra es que el niño Jesús no está en los belenes, porque no aparece hasta el día 24. Esto es como la costumbre que teníamos en casa de ir avanzando a los reyes magos por el camino de serrín hasta el día 6 que llegaban al Portal, con avasallamiento de pastores incluido. Parece que en España también se hace pero yo no lo había visto. Aunque claro, con la que ha montado el Papa diciendo que ni había mula, ni buey ni reyes magos (aaay váaalgameee) si además le quitan al niño pueeeesss: tenemos un belén ecléctico que no sabemos si es una recreación de una cita de meetic "temática" o qué carajo es eso.
PD: No he tenido narices de sacar la cámara y hacer fotos por temor a que se me gangrenara el dedo. Y tentada he estado de bajarla de google pero estoy empezando a imbuirme de la honestidad alemana.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Schnee

Ya sé que corro el riesgo de perder a mis millones de lectores y el premio cervantes al que he sido nominada por no escribir en el blog desde hace 10 días. Lo sé. Por eso perdones, mi idea era escribir una vez a la semana, pero cuando se presentan semanas como la pasada, se hace complicado, no os voy a aburrir con historias de curro porque entonces si tenia dos seguidores lo más probable es que me quede sin ninguno.

Un pequeño resumen anticipatorio de lo acontecido en estos días: Ha nevado. Ha cuajado. Han empezado los mercadillos de navidad. No he probado el Glühwein "entoavía". He comido Scnhitzel y bebido Helles. Me han arreglado la calefacción. La nevera no enfría. No sé comprar mi billete mensual en el metro. Tengo nuevo móvil. He conocido a Anna, Ulrike, Unai, Franz, Cristina, Lorena y Carmen. Tengo que aprender a esquiar. No encuentro bragas de cuello vuelto y con dobladillo. No encuentro el contenedor de residuos inorgánicos ni el de vidrio.

En fin. Estoy pasando un frio de narices, vamos, que me vengo dando cuenta de que todo lo que he pretendido traer de Madrid es absurdo, y eso que llené dos maletas. Ya sé a donde van a ir a parar mis ahorros, y va a ser a prendas de goretex, que cuestan un ojo de la cara y parte del otro, pero parece imprescindible. Hoy he quedado para intercambiar idiomas, y maldita la gana que me hace salir de casa patinando porque al hielo que se formó ayer con la nieve de hace dos días, ahora se suma otra nueva capa de nieve. Hasta mi terraza de casa está congelada (tal vez me sea más útil poner la comida ahí que en la nevera, estoy pensando)... precioso, si, pero para quedarse en casa con la mantita!

Ayer estuve con una amiga viendo los mercadillos de navidad del centro; aquí eso es una locura de gente viendo y comprando todo tipo de cucadas de madera y adornos de navidad, comienod crepes y focaccias y bebiendo Glühwein, que es un vino caliente y dulce con especias y que pega mogollón, porque Don Simón al lado suyo es denominación de origen. Sí, ya sé que todo el mundo sabe lo que es pero me toca explicarlo a mi que soy la expatriada ¿me entiendes? (tono Belén Esteban).

A mediodía comí el famoso filete empanado Bávaro, el Schnitzel, que todo sea dicho, está la mar de rico, recomendación de mi amiga Meri que viene mucho por Alemania por motivos de trabajo además de haber vivido aquí un tiempo. Y también me he cambiado de la Weissbier a la Helles, que es como la Mahou (me puede el sentimiento patrio, lo sé!) porque la primera está muy rica pero en cuanto me tomo dos no manejo el idioma... el español, quiero decir.

De las averías de la casa, poco que contar. Casa reparada y calentita. La vendo para empezar a tener visitas, no os creais lo del frio, es solo que tengo que exagerar y tal, si quisiera saldría en manga corta... Lo malo que mi nevera no enfría lo suficiente y el refrigerador ultracongela, así que tengo que hacer compras cada dos o tres días para no tirarlo todo a la basura, lo cual es un coñazo porque los tres supers más cercanos a casa (Real, Rewe y Lidl) están a dos manzanas y el llevar bolsas no te permite meter las manos en los bolsillos.

Bueno, voy a estudiar un poco de alemán... que tostón!