jueves, 13 de diciembre de 2012

Augustiner-am-platz


Regalo de mis compis para que no se me olvide lo importante
Cena navideña superada. La idea era reunirnos todos con nuestro director a eso de las 14.30, discurso sobre cómo ha ido el 2012, agradecimientos, entrega de regalos, visita a un Christmas Market y cena en el centro.  Pero la nevada que cayó ese mismo día cambió un poco los planes. En mi departamento no solamente están los abogados de Munich, hay una parte importante que se encuentra ubicada en Hamburgo, la otra ciudad más rica de Alemania (osea que estamos en una empresa “pija”). Así que es complicado saber quién lleva qué, a mis compañeros de Hamburgo les he visto en las reuniones semanales por video conferencia pero realmente no sé quién es quién ni a qué se dedican. Acordarse de los nombres alemanes es complejo.
Idealo
El caso es que vinieron los hamburgueses y tuvimos la reunión con el jefe, que habló todo el rato en inglés en deferencia al Checo, también recién llegado, y a mí. Después vino la parte divertida: cada uno teníamos que traer un regalo envuelto, a modo de amigo invisible, que consistiera en algo feo y totalmente inútil. La gente me había recomendado buscar en casa algo horterilla y que me sobrara, pero mi casero no tiene muchas cosas en casa (vamos, tengo los muebles justos, tuve que pedirle una mesilla de noche para poder apoyar la lámpara de pinza que me había dejado tan generosamente) y cómo eché de menos un bazar chino para comprar cualquier chorrada como un gato-ruizmateos o una lámpara-culo. Al final me conformé con regalar un bote de pimentón de la vera con un cuchillo para comer, ya que por algún motivo desconocido, mi compañero español que volvió a Madrid, me dio cosas que le sobraban de su casa, entre ellas cinco botes de pimentón de la vera. Algún día le preguntaré. Por el momento ya me he desecho de uno.
Algunos regalos fueron un bono para ponerse botox, un cojín con mangas para meter las manos y calentarlas, tres radiocasettes de un tío que parecía Georgie Dahn pero con dos añitos más de rayos UVA, una loción de coco…  A mi me tocó un DVD de una peli de Keanu Reeves del año 2000, “The Watcher”, que ni sabía que existía, y un reloj de mesa roto. Lo peor fue que tras el discurso del jefe nadie más se acordó del inglés como idioma para comunicarse…
Augustiner-am-plaz de cena navideña
Luego los más locos se fueron al mercadillo de Sendlinger Tor, yo como ya estoy JARTA de mercadillos y mis compañeros más cercanos no iban, me quedé trabajando en la oficina hasta las 6 y cuarto, que me fui con Tobias (o Tobaias como le llama mi jefe para demostrar lo bien que pronuncia el inglés) al Augustiner-am-platz. Pero poca juerga porque sólo se acordó de hablarme en inglés la secre del director, que es turca pero ha vivido 18 años en California, y el Checo, que tiene un sentido del humor…mmm… escaso. Me comí el plato recomendado de la casa, un cacho cerdo frito, un cacho pato frito, chucrut morado y la noodlekartoffel, que es pasta echa con patata y a modo de bola, sirve para mojar la salsa educadamente pero por si misma no sabe a nada. La comida bávara es demasiado densa, mucho cerdo, mucha salsa, mucha patata y mucha cerveza.  Aquí mantener la línea es todo un reto y no creo que lo consiga.

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